Es lo que hay… pero tampoco está tan mal

Escribo esto, horas después de la victoria del Barça ante el Valencia. Habiendo dejado reposar el partido y los sentimientos en caliente a un lado. Y echando un ojo a las estadísticas modernas del fútbol. Hoy en día, más allá de la posesión o los disparos a puerta, hay una estadística muy reveladora para analizar un partido: los goles esperados o xG. Es decir, le da a un coeficiente a la jugada teniendo en cuenta la claridad de la ocasión. Por ejemplo, una jugada con 0,1xG significa que se marca 1 de cada diez veces. En cambio, una jugada con 0,99xG significa que se marca en el 99% de veces. Y esto lo marca una serie de parámetros como la distancia a portería, el ángulo de tiro, etc.

Pues bien, en el Barça – Valencia, los de Koeman tuvieron xG de 2,38 mientras los de Bordalás lo tuvieron de 0,38. Clara ventaja y demostración de las sensaciones que ya tuve viendo el partido. El Barça no jugó nada mal y sobre todo, concedió muy poco. Porque tan importante es crear como no conceder. Y de hecho esta era una de las asignaturas pendientes de la temporada pasada, en que en los últimos minutos se les iba el partido y dejaron escapar demasiados puntos. Esta temporada esta asignatura está superada, de momento, con nota.

Otro factor para destacar el lado optimista: el partido no empezó nada bien. El Valencia se adelantó en el minuto 5 y a pesar de ello los azulgranas supieron reaccionar y sobreponerse a ello. Darle la vuelta ya en la primera parte. Sí, quizás con un penalti dudoso, pero más allá de esta jugada concreta, se pisaba el área rival y se creaba peligro. ¿Por qué? ¿Dónde está la clave? Claramente en los nombres propios. Los jugadores, los cracks, marcan diferencias. O deben marcarlas. Y Ansu Fati lo hizo. Y Jordi Alba dio profundidad. De hecho, seguramente esta es una de las grandes noticias que invita a pensar que hay un buen futuro en Can Barça: el dorsal 10 y el 18, se siguen entendiendo.

Cuando Koeman o Piqué dijeron aquello de “es lo que hay“, tenían toda la razón. En ese momento las lesiones se habían cebado con una plantilla justa y descompensada. No hace mucho el Barça afrontaba partidos con un lateral derecho que no es lateral, Sergi Roberto, y un lateral izquierdo que es derecho, Dest. Además de jugadores recién salidos de lesiones graves como la de Ansu Fati o Luuk de Jong. El cansancio de Pedri o el debut en la categoría de Gavi o Nico. ¡Claro que hay talento! Pero cuidándolo y con paciencia.

Porque todavía siguen los inventos, como poner a Dest de extremo para dar amplitud al campo ya que Dembelé sigue lesionado y Demir no está rindiendo como se esperaba. O el Kun Agüero que también acaba de salir de una lesión y necesita ritmo de partidos.

Por lo tanto, pase lo que pase ante el Dinamo de Kiev o el Real Madrid, el Barça progresa adecuadamente. Y Koeman, sigue siendo el mismo de siempre. El mismo al que la junta no encontró a nadie mejor que él en julio. Y al que, si le dejan trabajar, va a seguir apostando por los jóvenes, por los cracks y por hacer crecer a este Barça. Sacando jugo a la plantilla que le quede. Porque esto es lo que hay. Por lo tanto, vamos a asumir y disfrutar lo que hay. Porque lo que hay, tampoco está tan mal.